domingo, 24 de octubre de 2010

Una crítica a Julián de Zubiría

COMENTARIOS EN TORNO A LA CHARLA DE JULIÁN DE ZUBIRÍA: “ESTRATEGIAS PARA EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO CRÍTICO”

Llevada a cabo en Lima el día sábado 28 de agosto del 2010, en el local del Instituto de Pedagogía Popular (IPP), Lima, Perú.

Después de escuchar la citada charla, tenemos que llegar a las siguientes conclusiones:

1º Una cosa es la pedagogía crítica en cuanto acción y acto de pensar y reflexionar dicha acción, y otra distinta es el hablar sobre ella, es decir, el discurso sobre el pensamiento crítico en educación o el llamado pedagogía crítica. Esta distinción es importante porque a veces se confunde el saber mucho o la ilustración respecto de un asunto o problema, en este caso la pedagogía crítica, y otra cosa distinta es el estar metido en ella con el compromiso de practicarla. Lo que ha hecho el señor Zubiría es ese discurso sobre la práctica de la pedagogía crítica, mas no la pedagogía crítica misma, “en vivo y en directo”. Esto no quiere decir que hacer un discurso sobre la pedagogía crítica, el explicar en qué consiste dicha pedagogía sea algo inútil u ocioso, sino todo lo contrario. Nos sirve de guía para que cada uno de los lectores o “escuchantes” tengamos una orientación y una idea -apropiada o no- respecto de dicha pedagogía, y que nos sirva para la práctica. En esta puntualización creo que todos podemos estar de acuerdo.

2º En lo que también todos podemos estar de acuerdo es en la tesis siguiente: toda idea o toda teoría está necesariamente contextualizada. Es decir, toda formulación teórica, cualquiera sea su naturaleza, nace dentro de un contexto social determinado para explicar o solucionar los problemas de dicho contexto. De ahí la necesidad de la explicación histórica. El contextualizar las teorías implica necesariamente el uso de un método histórico de explicación. Las ideas no nacen por arte de magia o como producto del espíritu santo, no aparecen por sí solas ni como la sola inspiración de mentes brillantes. La necesidad de responder a los retos de la realidad y explicar acerca del por qué las cosas son así y cómo podrían ser de otra manera, es lo que hace nacer las teorías y las explicaciones acerca del mundo que nos rodea. La ausencia de contextualización es una ausencia de visión histórica de las cosas y, por consiguiente, del papel del hombre en la constitución de lo social-cultural como es la educación. En la charla aludida no hay ninguna referencia, ni una sola, a cómo surgió el pensamiento crítico en educación y pedagogía, lo cual es muy peligroso puesto que tiende a consagrar lo que el expositor dice en ese momento, como algo evidente y verdadero por sí mismo y que no se puede cambiar. Sin embargo, el pensamiento crítico en educación apareció en un contexto sociocultural e ideológico bien determinado, apareció para responder históricamente a los problemas más sentidos de los pueblos, a sus urgencias, a sus más profundas aspiraciones y sentimientos para el logro de la emancipación humana. Encarnó los intereses históricos de los pueblos secularmente dominados y explotados. Es por eso una utopía, una utopía posible, una utopía realizable, como muy exactamente lo expresó una maestra participante en la charla aludida. Henry Giroux, Peter MacLaren, Michael Aple entre otros, señalan muy claramente lo que expresa la pedagogía crítica: la lucha por el poder y la posibilidad y la opción del pueblo a través de la pedagogía crítica, de obtener todo el poder para reestructurar completamente la sociedad desde su propia opción de las clases dominadas y desde su posibilidad de emancipación humana. Eso es lo que está en juego. El señor Zubiría en su exposición del día sábado respecto del pensamiento crítico, no mencionó para nada ese contexto social y cultural. Su exposición ha sido “inocente”, apolítica, neutral y “objetiva”, es decir, un ejemplo bastante socorrido y casi instintivo al que recurren quienes, conservadores ellos, no quieren ver el elefante que pasa por delante de sus ojos, es decir, un ejemplo clamoroso de lo que, en nombre del pensamiento crítico, no es realidad un pensamiento crítico en educación y pedagogía, sino una exposición “conceptual”, puramente lógica y racional, que se queda en el despliegue de las ideas solas, aisladas de toda consideración social y cultural.

Sin embargo, esto no quita lo verdaderamente valioso de la intervención del señor Zubiría, cual es las referencias sobre estrategias para el proceso didáctico o de enseñanza-aprendizaje del pensamiento crítico en las aulas. Su experiencia de años y décadas tratando de “enseñar a pensar” es algo que tenemos que recoger para reflexionar nuestra propia realidad educacional. Los planteamientos que hace el señor Zubiría respecto de las estrategias que pueden emplearse para practicar y estimular el pensamiento crítico tienen que ser estudiados, confrontados y enriquecidos con la práctica en nuestro colegio Bertolt Brecht.

3º Finalmente, en lo que también podemos estar de acuerdo puesto que nuestra propia experiencia y la experiencia proveniente de nuestra participación en las luchas sociales nos lo dice, es que nunca hay ni puede haber producción de ideas desligada de nuestros sentimientos, preferencias y de lo que consideramos importante y primordial. Vemos las cosas y nos movilizamos según nuestras pasiones, nuestras creencias, es decir y fundamentalmente, según nuestros valores. De esta manera nuestros “apasionamientos”, es decir, nuestros pensamientos con pasión, resultan más lúcidos, apropiados y correctos. Lenin decía que hay que pensar con “la cabeza fría y el corazón caliente”, y Vigotsky en este mismo sentido expresa que no puede haber pensamiento sin afectividad, ambos elementos se dan al mismo tiempo pero bajo el comando de la afectividad o sea de la posición social o de clase y de la ideología. Asimismo, el dicho maoísta “la política comanda el fusil”, aún cuando los actuales dirigentes lo hayan olvidado, se encuentra en esta misma vía, y nuestro Amauta José Carlos Mariátegui coincide en esta indestructible unidad entre pensamiento y afectividad y en la primacía de la afectividad cuando afirma que las masas no se mueven por programas racionales por más racionales que sean, sino por lo que él llama “mitos”: las aspiraciones y utopías de los pueblos.

La pedagogía crítica no es un relato racional acerca de cómo estimular el “pensar bien” por parte de nuestros estudiantes, aunque el enseñar y aprender a “pensar bien” es muy valioso para todos. Es una toma de posición inicial acerca de qué es lo que se quiere hacer con ese pensamiento crítico y por eso es crítico. La pregunta fundamental en la pedagogía crítica es para qué se hace pedagogía crítica. A este plantearse la pregunta acerca del para qué Vigotsky le denominó sentido, el sentido de la significación teórica, y esto es uno de los aportes fundamentales que hizo Vigotsky al pensamiento dialéctico-materialista en general. Desgraciadamente, esto no ha sido visualizado en lo mínimo por el señor Zubiría. La forma cómo Zubiría ha presentado el “pensamiento crítico” resulta un ejercicio del pensamiento lógico, mas no un ejemplo de pensamiento crítico en educación.

José Virgilio Mendo